CIPEI Seminario Permanente "Investigación y Creatividad" : marzo 2013

De Biodiversidades y otros quebrantos…

[…] En la segunda aventada, hemos de rodear el cerro, atránquense los sombreros, porque el ganado es ligero, retobado y correlón, mucho les encargo al León, para que bajen el plan, gamas, tuzas y cuiniques, con todos sus ciriniques; liebres, zorros y conejos; el puerco espín y el venado que son novillos grandotes; tigres, lobos y tejones, guinduri y gato montés; coyotes, onzas y hurones […]

“San Agustín Victorioso”.

Son Terracalenteño, siglo XVI

El cerro, la vereda, la magueyera, la milpa, la flor y la planta; los animales y el bosque, todos ellos dan cuenta de uno de los prodigios de la vista —y de los demás sentidos—: la naturaleza. Con su esplendor característico, nos recuerda que tenemos un vínculo prístino e inmanente con ella, dirige nuestros pensamientos hacia el origen, heroicidad a toda prueba en un mundo que no comulga con su cuidado; hacedora de la vida, depositaria de los equilibrios —hoy menospreciados por los humanos— de la muerte y la vida.

La experiencia de caminar la Zona Comunal, de observarla y documentarla, ha llevado al grupo de participantes —estudiantes, profesores, comuneros, biólogos y brigadistas— a contrastar lo que la ciudad y el campo son y seguirán siendo: pares en constantes desequilibrios. Si contamos con que las ciudades han detonado la experiencia de la urbanidad, el campo ha mostrado, durante cientos de años, su resistencia al desamparo que la industrialización ha propiciado. Implacable, no cesa de enseñarnos que los abusos que se han cometido contra él nos regresan bruscamente convertidos en deterioros ambientales que se observan en la pérdida de terrenos fértiles, la contaminación de los mantos acuíferos, desaparición de la fauna y la flora endémicas, pérdidas económicas para los pequeños productores y comerciantes, que ha dado lugar a una calidad de vida a la baja y malestar social.

Algunos comentarios que se escribieron en la Merced Real —título de propiedad— otorgada en el año de 1760 a Santiago, en tiempos virreinales, y que dan cuenta de algunas de sus riquezas leemos:

Este pueblo originario que posee unaque les otorgó la propiedad de: […] un sitio de tierra y estancia de ganado maior y cinco caballerías de tierras en el que está fundado el dicho pueblo desde Santiago […]

[…] cinco caballerías de tierra de pan llevar de buen panino pertenecientes al el común y naturales del pueblo de Santiago Tapalcatlalpan de la jurisdicción de Xochimilco […]¹

Gran pueblo el de Santiago que nos enseña que el descuido de la naturaleza se paga caro y lo que le fue reafirmado en el título de propiedad —que ya les pertenecía desde antes de la invasión y posterior conquista española— lo han cuidado con respeto y amor por la tierra.

La Zona Comunal libra una batalla con el deterioro que la urbanización impone, su supervivencia está en vilo, su conservación dependerá de las acciones que se tomen al respecto y del conocimiento que de ella tengamos los, que sin darnos cuenta, disfrutamos de sus parabienes.

Vaya desde aquí este pequeño reconocimiento a los pobladores de la zona comunal a la que han cuidado y protegido incluso a riesgo de poner sus vidas en peligro.

Cuidar y defender los bienes que la naturaleza tiene es, ha sido y será un acto de comprensión y compromiso con los que vienen detrás.

Y que sigan los versos del San Agustín Victorioso en honor de esa gran Arca de Noé que en tierra firme se asentó en Santiago.

[…] Y la tercera aventada, es p´al ganado del viento,

recorran su pensamiento, fórmenle su buen colote,

procúrense al tecolote que es el primer capitán, enseguida el gavilán, pa’ que así entren al corral el aura y el tequereque,

la chica y el pito real, el cuapua, el corre caminos,

la chuparrosa y la urraca, el huaco y la chachalaca,

el cuervo y el aguililla, pa’ que les sirvan de guilla […]

Maestro Luis Enrique Betancourt

Febrero de 2013

¹Cédula Real, año 1760. Ramo de Tierras del Archivo General de la Nación.